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viernes, 10 de septiembre de 2010

Como ya estoy mayor, la memoria falla en muchas ocasiones. Cuando os hablé de los pictogramas de el portal ARASAAC me olvidé de contaros el valor que estos dibujos tuvieron en su día para mí. 

No sé cómo sucedió, pero lo cierto es que allí estaba. Me habían convencido para que aceptase una tutoría en una clase de tres años. ¡Cielos, tan pequeños! Yo aun no tenía demasiada experiencia y aquellos niños correteaban por todas partes volviéndome absolutamente loco. Y allí estaba él, Mauro, con sus ojos rasgados y sus pequeños deditos regordetes. No hablaba, pero sabía que él pensaba lo mismo que yo, ¡qué locura!

Mauro tenía Síndrome de Down, dos años y once meses y una edad mental de disiete, meses claro. Prácticamente no hablaba, pero la intención comunicativa estaba ahí, a base de señas, tirones, llantos, etc. Para entendernos, diseñé una serie de pictogramas que nos servía como horario para anticipar todo lo que íbamos a hacer durante el día, ya que Mauro, como buen Down, no toleraba muy bien la improvisación.

A la hora de trabajar con los pictogramas o con los sistemas bimodales, siempre me aseguraba mucho de reforzar la imagen o el gesto con la palabra, ir alimentando su lenguaje, regando su vocabulario, enriqueciendo su gramática... eran mis objetivos.

Los pictogramas nos ayudaron a trabajar primero las peticiones, después los estados de ánimo y así un sin fin de usos del lenguaje. Pero lo más importante es que nos ayudó a comunicarnos, ya que cuando Mauro aún no hablaba, las imágenes lo hacían por él.

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